El Voyager 1, una de las primeras y más robustas sondas interplanetarias jamás lanzadas por la humanidad, ha alcanzado la increíble distancia del Sol de
17.650.000.000 km
km arriba, km abajo (fuente: Voyager 1 weekly report). Lo que viene a ser, en números mas redondos, unas 120 AU (Unidades Astronómicas), esto es, 120 veces la distancia del Sol a la Tierra, o 3 o 4 la distacia Sol-Plutón. El número no es especial, si no fuese porque algunas fuentes indican que el Voyager acaba de cruzar la zona de transición entre nuestro Sistema Solar y el medio galáctico.
Para técnicos, por primera vez, los instrumentos del Voyager han detectado también partículas cargadas proviniendo de la dirección opuesta a la del Sol, en principio, de origen indeterminado. En esa tierra de nadie, más allá de la heliopausa, donde nuestro Sol se confunde con el fondo estelar de sus vecinas, cualquier fuente de partículas podría resultar en un “viento” más poderoso que el proveniente del nuestra estrella. Nuestro pequeño enbajador, dada su edad, es incapaz, desafortunadamente, de detectar con precisión el origen de esa(s) corrientes. Hay que recordar que, si los aliens lo encuentran en un futuro muy, muy lejano, apenas serán capaces de reciclar su hardware para jugar al comecocos.
A no ser que una inteligencia superior lo encuentre y lo actualice, como pudimos ver (spoiler alert) enStar Trek I.
El Voyager 1 debería tener todavía suficiente combustible para continuar viajando (y enviando datos) hasta el 2020. Veremos si sobrevivimos hasta entonces para verlo.
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