Las ciudades en zonas sísmicas deben tomar en serio los riesgos, según la ONU


Ginebra, 18 ene (EFE).- Las grandes ciudades ubicadas en zonas sísmicas deben tomar más en serio el riesgo de que ocurra un terremoto de gran magnitud y prepararse para él, aunque haya transcurrido mucho tiempo sin un desastre de ese tipo.
El organismo de reducción de desastres de la ONU hizo hoy esta recomendación en una reunión con la prensa en Ginebra para presentar las estadísticas completas sobre las catástrofes naturales registradas en el mundo en 2011 y su impacto económico y humano.
Los datos, recopilados y analizados por el Centro de Investigación sobre la Epidemiología de Desastres (CRED, en sus siglas en inglés), indican que ocurrieron 302 catástrofes naturales de todos los tipos y que éstas causaron 29.782 muertos, afectaron a un total de 206 millones de personas y ocasionaron daños por 36.000 millones de dólares.
Dos terceras partes de las víctimas mortales fueron causadas por terremotos (unas 21.000), de los que el más grave fue el de Japón (19.846 fallecidos), mientras que la mayoría del resto de decesos se produjo durante un terremoto en Turquía.
Una peculiaridad en 2011 fue que los desastres con mayor impacto tuvieron lugar en países de ingresos altos y medios, y no en estados pobres como ocurre generalmente, como demuestran los terremotos en Japón y Nueva Zelanda, las inundaciones en Brasil y Tailandia y los huracanes en Estados Unidos.
En el caso de Brasil, las inundaciones en zonas cercanas a Río de Janeiro causaron 900 muertos y las de Tailandia fueron las más costosas: 40.000 millones de dólares.
De hecho, 2011 marcó un récord en cuanto a pérdidas materiales que, con un coste de 366.000 millones de dólares, superaron por mucho los 243.000 calculados en 2005, que había sido hasta ahora la cifra más elevada.
Al presentar estos datos, la directora del CRED, Debarati Guha-Sapir, explicó que éstos no incluyen el impacto humano de la hambruna declarada a mediados del año pasado en tres regiones del sur de Somalia, a causa de una prolongada e intensa sequía.
La experta recordó que la sequía y su magnitud habían sido pronosticadas más de seis meses antes de la situación de hambruna y, por tanto, "existía información suficiente de la escasez de alimentos que iba a sufrir la población".
Criticó que, a pesar de ello, no se llevaron a cabo las acciones necesarias y lamentó que "el sistema de alerta de desastres no esté vinculado a un mecanismo de respuesta".
Guha-Sapir dijo que los niños y adultos fallecidos en ese contexto no aparecen en las estadísticas como muertos por hambruna, sino por otras causas que realmente son complicaciones debidas a la falta de nutrientes. EFE

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